Frase 41

“Cuando me atrevo a pedir ayuda a los grandes maestros, todo se ilumina.”
Hay días en los que el alma da un paso que la mente nunca hubiera imaginado.
Un paso pequeño por fuera, pero inmenso por dentro.
Un acto que transforma silenciosamente mi destino:
atreverme a pedir ayuda.
Porque pedir ayuda no es debilidad.
Es un acto de sabiduría, de humildad sagrada, de amor propio profundo.
Es reconocer que no estoy sola, que no tengo por qué caminar únicamente con mis fuerzas, que existen maestros, guías y almas luminosas que pueden abrir caminos que antes no veía.
“No estás sola. Los maestros caminan contigo cuando eliges recibir su guía.”
Hoy viví uno de esos momentos sagrados.
Uno de esos momentos que mi corazón venía preparando hace tiempo, aunque mi mente todavía dudaba.
Hoy me atreví a pedir ayuda a Isabel Allende.
A una mujer que admiro, que respeto, que ha tocado millones de almas con su sensibilidad, su fuerza y su verdad.
A una de las grandes maestras de nuestra época.
No sé cuál será su respuesta.
No sé si leerá mi mensaje, si lo tomará entre las manos o si llegará a sus ojos.
Pero sí sé esto:
sentí un movimiento dentro de mí.
Algo se abrió.
Algo se liberó.
Algo en mí cruzó un umbral.
El milagro no está solo en la respuesta…
El milagro ya ocurrió en el simple hecho de atreverme a pedir.
Sentí una gratitud anticipada y luminosa.
Una alegría que me sorprendió.
Como si el universo me hubiera dicho:
“Lo hiciste. Abriste la puerta. Confiaste. Dimos el siguiente paso juntas.”
Pedir ayuda a un gran maestro es un acto de expansión.
Es honrar mis sueños al punto de decirme:
“este proyecto es tan importante para mí que merezco pedir apoyo a alguien que admiro profundamente.”
Y eso, para mí, ya es una victoria del alma.
No tengo la respuesta todavía…
pero sí tengo este sentimiento precioso:
mi corazón rebosa de gratitud y alegría anticipada.
Porque me atreví.
Porque superé mis miedos.
Porque fui fiel a mi intuición.
Porque avancé con valentía.
Los grandes maestros no llegan por casualidad.
Llegan cuando estamos listas.
Y yo, hoy, elegí estar lista.
Elegí abrirme.
Elegí pedir.
Elegí recibir.
El resto —lo que venga, lo que se acomode, lo que se manifieste—
es magia en camino.
Soy Adriana BeBig tu Mentora de Liderazgo Consciente.
