Fuera de serie
«En la penumbra tibia de su alcoba, Oralia se mecía entre murmullos interiores, cuando un sonido quebró la quietud: pasos como sombras que se arrastraban sobre el umbral.
—Escucha, Anita… ha llegado otra mujer—susurró con voz de rocío inquieto—mejor no salgamos, nos quitarán nuestro rincón en la casa.
Anita no supo que era Lily, mi hermana, la del perfume a melones del supermercado y cáscaras de mandarina. No otra mujer, ni una intrusa—solo la danza cotidiana en la que Oralia ya no distingue lo real de lo evocado.
Horas después, como quien sigue un hilo invisible en la brisa, Anita cruzó al hogar vecino buscando un libro, quizá también buscando sentido.
Y mi madre, desde el salón principal, exclamó:
—¿Dónde está la señora que es mi propiedad?
No dijo “la que me ayuda”, no dijo “mi amiga”. Solo que ya quería entregarse al sueño, como quien suspira su última flor del día.
Su vocabulario, antes bosque frondoso, es ahora rama temblorosa. Y sin embargo, brotan de su boca flores equivocadas, frases que danzan errantes y provocan risas y nostalgia como cascabeles en domingo.
Ayer, por ejemplo, se zambulló en la piscina como una niña con alas, y dijo:
—Esta agua está fuera de serie— No “fresca”, no “rica”—sino fuera del guion, como ella.
Luego, con un dedo sobre sus labios, me hizo una señal de secreto:
—No digas nada, disimula…—
Y al escuchar que alguien más llegaba, repitió con ojos de comedia sutil:
—¡Cállate! Ya llegó la policía.
Era mi hermana menor, vestida de azul marino y no de autoridad, pero en ese teatro íntimo todo se torna simbólico y …entre momentos que se confunden con rituales, donde el silencio dice más que las palabras y los gestos se transforman en versos. Así pasan los días, bordando realidades con hilos de memoria, entre frases torcidas que florecen como ramilletes de bugambilias en la garganta, entre miradas que preguntan sin esperar respuesta. Todo se vuelve escena, todo se vuelve símbolo: el aguacate maduro cayendo como señal divina, la piscina reflejando cielos que solo Oralia conoce, y el azul marino de la hermana menor brillando entre carcajadas como un fragmento del mar en medio del desierto cotidiano.»
… Y así mis días por tierras regias.
