Poema a mi padre
En la trama del tiempo, mi padre partió,
dejando un gran legado, sublime tesoro.
Sus enseñanzas, como dulces notas de un piano,
resonando en mi alma, dejando un mágico resplandor.
Las estrellas guardan su amor, eterno y sereno,
mi corazón lo siente, en cada anhelo y encuentro.
Sus abrazos aún abrigan mi espíritu cansado,
su voz susurra al oído, un destello iluminado.
En cada palabra que dejó grabada en mi ser,
una fortuna, invaluable, pude comprender.
Porque en su ausencia, su grandeza se hace presente,
un legado imborrable, un mensaje ferviente.
Los días se desplazan, como corceles en el viento,
y en cada paso siento su guiño al firmamento.
Una fuerza interior, como ríos en torrente,
me impulsa hacia adelante, sin miedo y con fervor ardiente.
Eleuterio, tu partida no fue un adiós,
sino un hasta pronto, un encuentro en otra ocasión.
Tu presencia se siente, en todas las estaciones,
en el canto de las aves, en las melodías de emociones y hoy en el día del padre.
Así que no temo, pues tu luz me acompaña,
en cada paso, en cada logro, siempre está tu mirada.
Mi alma se fortalece, con tu amor y tu enseñanza,
y sé que en cada victoria, encuentro tu esperanza.
Tu hija,
Adriana Rodríguez
A un mes de tu partida