Mi escondite perfecto
Las espigas bailan de un lado a otro, y cuando el viento las menea y las sarandea, ellas empiezan a cantar de alegría.
De repente el viento sopla más fuerte y su baile se convierte en una gran danza. Y cuando los veleros pasan a su lado dejando oleaje ellas más se alegran.
Todo en sintonía como si hubieran repetido varias veces para un gran concierto.
Al fondo se ven los gansos levantando su vuelo y flotan en el aire como que si estuvieran disfrutando junto conmigo la danza de las espigas.
Los gansos se acercan, creo que han entablado conversación con las espigas y de repente el aire calma y piensas que ya nada va a suceder y otros veleros pasan dejando huellas y nuevamente las espigas y los gansos se alborotan.
El viento toca mi cuerpo, me estremece, creo que me está invitando a que me una a la gran celebración. Mi mente acepta y yo dejo flotar mis pensamientos hasta que cada uno desaparece.
Estoy logrando un momento de relajación total, mi cuerpo respira más profundamente cada vez y me dejó concentir por los rayos del sol, no quiero que termine este momento.
De repente un ruido muy grande se escucha a mi lado, y yo vuelvo a mi realidad. El pequeño pescador de 5 años ha logrado pescar su primer pez y el abuelo lo motiva y juntos celebramos este gran acontecimiento.
Mi escondite perfecto me ayudó a sanar mi alma durante mis días más obscuros y cuando necesito cargar energía regreso siempre aquí.
Aquí me siento yo, aquí me siento una con la fauna. Aquí me siento viva.
Mi escondite perfecto está en Holanda.